Internacional
En la imagen. Varios malienses saludan a las fuerzas de seguridad en la capital, Bamako, Mali
Agencias
Bamako
Dos ataques perpetrados el jueves a un barco fluvial de pasajeros y a una base militar en Mali se saldaron con 49 civiles y 15 militares muertos, anunció el Gobierno maliense, que los atribuyó a Al Qaeda y añadió que medio centenar de supuestos terroristas fueron abatidos por los militares. Otro atentado contra una base militar en la misma región fue perpetrado este viernes, por el momento se desconoce si hubo víctimas.
Los dos ataques del jueves tuvieron como objetivo «el barco Tombuctú» en el río Níger y «la posición del ejército» en Bamba, situada a unos kilómetros más al este siguiendo el mismo río, en la región de Gao, según un comunicado de las autoridades. En estos ataques hubo además un número indeterminado de heridos y daños materiales. El Gobierno declaró tres días de luto en el país, a contar a partir de este viernes.
El atentado de Bamba fue reivindicado el mismo jueves por el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), una alianza yihadista afiliada a Al Qaeda, en la plataforma de propaganda Al Zallaqa, donde informa de que los terroristas han tomado el control de la base.
Fuentes locales informaron a las agencias de información de que, tras el ataque al barco, militares de una base próxima acudieron al lugar y se enfrentaron con los terroristas.
Perpetrado con obuses, el ataque al barco tuvo lugar entre las localidades de Abakoira y Zorghoi, en el centro-norte del país, sobre las once de la mañana hora local. El objetivo fue un barco de la Compañía de Navegación Fluvial de Mali (Comanaf), una empresa pública. Tres proyectiles impactaron sobre el motor, informó una fuente de la empresa pública a France-Pressse. Varios pasajeros se arrojaron al agua en cuanto se escucharon los primeros disparos contra el barco, que tiene una capacidad para 300 personas, pero se desconoce cuántas iban a bordo. 
Se trata del segundo ataque ocurrido en los últimos días a una embarcación de este tipo. El pasado 1 de septiembre, en la misma región de Tombuctú, fue atacado otro barco de la Comanaf entre las localidades de Aka e Ingueme. Como resultado del mismo murió un niño de 12 años, un agente resultó gravemente herido y un miembro de la tripulación sufrió heridas leves.
El transporte fluvial era, hasta estos ataques, el medio más seguro para moverse entre la capital Bamako y algunas localidades del este y norte que sufren una gran presión de grupos yihadistas leales a Al Qaeda y al Estado Islámico.
Un día después del doble atentado del jueves, un atentado suicida sacudió la base militar de Gao, ciudad homónima a la región. Los militares hablaron en una breve publicación en las redes sociales de un ataque «complejo» en el área del aeropuerto, lo que significa que involucró diferentes medios, sin dar más detalles. Un empleado del aeropuerto comentó que estuvieron involucrados dos vehículos bomba y también hubo disparos con armas pesadas.
El JNIM anunció a principios de agosto la imposición de un bloqueo a Tombuctú, que coincide con la reconfiguración de la seguridad en curso en torno a «la ciudad de los 333 santos», catalogada como patrimonio de la humanidad.
La misión de la ONU (Minusma), impulsada desde Mali por la junta gobernante, acaba de abandonar dos campamentos cerca de Tombuctú, Ber y Gundam, transferidos a las autoridades malienses. Esta toma del poder por parte del Estado maliense dio lugar a batallas con los yihadistas, pero también a enfrentamientos con ex rebeldes tuareg.
Tombuctú, con sus decenas de miles de habitantes en las fronteras del Sahara, es una de las grandes ciudades del norte que cayó en manos de los rebeldes tuaregs, luego salafistas, tras el estallido de la insurrección en 2012. Fuerzas francesas y malienses tomaron el control de la ciudad en 2013.
Los grupos predominantemente tuaregs firmaron un acuerdo de paz con el Estado maliense en 2015, mientras los yihadistas continuaban las hostilidades. La violencia se ha extendido al centro y a los vecinos Burkina Faso y Níger, y ha provocado miles de muertos. Los militares han tomado el poder por la fuerza en los tres países desde 2020, con la crisis de seguridad como justificiación. Las recientes tensiones en el norte de Mali hacen temer por la supervivencia del acuerdo de 2015.
El ejército maliense expulsó a la fuerza antiyihadista francesa en 2022 y a la misión de la ONU en 2023, y se volvió militar y políticamente hacia Rusia. Han hecho de la restauración de la soberanía uno de sus mantras. Pero vastas zonas siguen escapando a su control y varios expertos creen que la situación de seguridad se ha deteriorado aún más bajo su liderazgo.
© La Vanguardia Ediciones, SLU Todos los derechos reservados.

source

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here