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Cada vez son más las voces desde el sistema de salud que se suman a reclamar en público una reformulación de la formación de los médicos desde la universidad y que los cuatro años de residencia, después de obtener el título de grado, pasen a ser condición para el ejercicio profesional. Hoy, los recién egresados pueden optar o no por esa etapa de formación supervisada en centros sanitarios porque el diploma que otorgan las facultades es habilitante: con la matrícula, puede empezar a trabajar.

Un repaso de los postulantes a los cupos que ofrece un hospital universitario para este año reafirma que disminuye el interés de los egresados en las especialidades consideradas críticas, como clínica médica, terapia intensiva o pediatría. “Estas especialidades troncales siguen siendo las más necesitadas por los pacientes, además de ser el semillero del que se alimentan las demás, pero siguen siendo los profesionales menos remunerados al finalizar sus residencias en relación con una alta carga horaria laboral”, explicó Pablo Young, director del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital Británico de Buenos Aires.

Los nuevos profesionales eligen, en cambio, las disciplinas mejor remuneradas, como anestesiología, cirugía general, dermatología, ortopedia y traumatología, cardiología, oftalmología, diagnóstico por imágenes u otorrinolaringología, según se desprende del relevamiento hecho por el equipo del Británico.

“El análisis subraya la necesidad de reformar el sistema de formación médica, con mejoras como la obligatoriedad de realizar las residencias, la reducción del tiempo de formación universitaria y la eliminación del multiempleo”, sostuvo Young. Previamente, diversos actores del sistema sanitario –profesionales, académicos y hasta el Ministerio de Salud de la Nación– ya se habían expresado a favor de revisar el alcance de las residencias.

Terapia intensiva, una especialidad crítica con pocos postulantes
Terapia intensiva, una especialidad crítica con pocos postulantes

Terapia intensiva, una especialidad crítica con pocos postulantes – Créditos: @Rodrigo Néspolo

Este hospital universitario, asociado a la Universidad de Buenos Aires (UBA), tiene su propio concurso para cubrir las residencias por fuera del Examen Único, la evaluación nacional del martes pasado que contó con más de 8200 postulantes habilitados para rendir, como publicó LA NACION.

El equipo de Young analizó la demanda que tuvieron este año. Los cupos en el Británico están entre los más buscados, según refirieron a este medio postulantes que también se presentaron a la prueba nacional para aumentar las posibilidades de acceder a cupos que se otorgan por orden de mérito. Suelen inscribirse, en promedio, en tres concursos.

Los datos sobre el proceso de selección para ocupar las 67 vacantes ofrecidas en el Británico para las especialidades básicas y posbásicas indican que se inscribieron 1386 egresados de carreras de la salud, con un 48% de extranjeros, una proporción por encima del 31,1% estimada por este medio para el Examen Único a partir de los registros difundidos por la cartera sanitaria nacional. Hacia dentro de cada especialidad, ese porcentaje preocupa cada vez más porque no atrae a los profesionales argentinos: en terapia intensiva, por ejemplo, el 80% de los postulantes es de otro país.

Del total de inscriptos, 1295 rindió el examen para cubrir 55 puestos en 12 especialidades básicas médicas y siete no médicas, como enfermería, bioquímica o kinesiología, entre otras. Los 91 candidatos restantes compitieron con dos entrevistas por los 12 puestos en especialidades posbásicas.

Lo que observaron con el análisis es una “disminución en el interés por especialidades críticas como clínica médica, pediatría y terapia intensiva, las cuales son esenciales, pero menos remuneradas en comparación con otras especialidades”, según detallaron. A la vez, creció el número de postulantes para residencias en especialidades como anestesiología, cardiología, cirugía general, dermatología, diagnóstico por imágenes, oftalmología, otorrinolaringología y traumatología, debido a que son especialidades más valoradas económicamente, continuaron en los resultados proporcionados por escrito.

Pablo Young, director del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital Británico de Buenos AiresPablo Young, director del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital Británico de Buenos Aires

Pablo Young, director del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital Británico de Buenos Aires

La desvalorización del rol del médico pone en riesgo la formación de especialistas capaces de manejar la creciente complejidad de los pacientes”, refirió el profesional. Parte de la solución, según opinó, estaría en modernizar la currícula y la duración de la carrera, con la obligatoriedad de cumplir con la residencia, y eliminar las causas que llevan ya en la práctica profesional al empleo múltiple, con poco descanso, para poder sostener un ingreso acorde a la responsabilidad profesional y la exigencia horaria.

“La pandemia revalorizó el rol del personal de salud, pero no bien superada puso de manifiesto la crisis existente. Cada vez menos estudiantes secundarios eligen hacer Medicina, mientras aumenta la demanda de médicos”, continuó el profesional.

Marcelo García Diéguez, profesor asociado de las áreas Clínica y de Análisis Epidemiológico de los Determinantes de Salud del Departamento de Ciencias de la Universidad Nacional del Sur, ya había señalado a LA NACION que hay un debate clave que por encarar en el país: revisar el alcance de la autonomía del título universitario para ejercer y que la residencia sea obligatoria para esa autonomía.

En tanto, en el Ministerio de Salud de la Nación también coinciden con esa necesidad: “La residencia es el tema más importante de salud para los próximos diez años. Todos estamos de acuerdo con eso y estamos trabajando en los trayectos formativos: la facultad, la residencia y las dotaciones óptimas para la atención de pacientes”, habían expresado a este medio desde la cartera sanitaria nacional.

En tanto, desde el Foro Argentino de Facultades y Escuelas de Medicina Públicas de la República Argentina (Fafemp) buscaban ya desde el año pasado proponer cambios del reglamento de residencias para mejorar las condiciones durante esa formación.

Young insistió en la urgencia de buscar una solución a la crisis del recurso humano en salud, incluido el drenaje sostenido a otros países de profesionales argentinos formados, con alrededor de una década de experiencia, en un sistema en jaque que no termina de encontrar una solución. “El problema se va a presentar, entre otros, cuando no haya más médicos de especialidades clínicas profundamente formados que puedan manejar la complejidad creciente de los pacientes, tanto ambulatorios como internados”, anticipó el médico.

La semana pasada, más de 8200 postulantes rindieron en todo el país el Examen Único para las residencias médicas; en la foto, la sede en la Villa Olímpica La semana pasada, más de 8200 postulantes rindieron en todo el país el Examen Único para las residencias médicas; en la foto, la sede en la Villa Olímpica

La semana pasada, más de 8200 postulantes rindieron en todo el país el Examen Único para las residencias médicas; en la foto, la sede en la Villa Olímpica – Créditos: @Ricardo Pristupluk

Las residencias médicas, como mecanismo indispensable de la formación profesional, requieren modificar sus paradigmas, para lo cual es necesario el trabajo conjunto de las instituciones formadoras y de las entidades efectoras de los recursos humanos en salud. Mantener la continuidad de un alto nivel de una residencia es todo un desafío”, sostuvo en diálogo con LA NACION.

Reiteró que “un problema no resuelto” en los 18 años que lleva de experiencia en el área de la docencia es que los médicos que hacen residencias optan por especialidades que no son prioritarias para la situación sanitaria del país.

Hoy hay faltante de médicos generalistas, médicos de familia, clínicos, terapistas, pediatras, psiquiatras y epidemiólogos, entre otros especialistas necesarios para atender la salud de nuestra población –amplió Young–. Estamos migrando de un paradigma centrado en el hospital a uno orientado a la atención primaria de la salud, lo cual implica que una persona que es atendida en un centro [del primer nivel de atención] debería encontrar personal capacitado para el manejo adecuado de ese paciente y derivarlo a hospitales o centros de mayor complejidad en casos puntuales”.

A su juicio, el funcionamiento de esos centros en redes debería estar “mejor coordinado”. Para eso es que, según sostuvo, se necesitan más profesionales de especialidades que se ocupan de la prevención y la promoción de la salud. Planteó, además, que “el país necesita más generalistas, médicos de familia y clínicos con una fuerte orientación hacia la atención primaria”, ya que es en los centros del primer nivel de atención (antes conocidos como “la salita” del barrio) donde se puede resolver hasta un 80% de los problemas de salud por los que a diario consulta la población en la guardia de un hospital.

“Hay que apuntar a un profesional comprometido con el rol de la medicina comunitaria”, concluyó Young.


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