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La salud mental se ve afectada por el cronotipo o ciclo natural que experimenta cada individuo, así como por las horas de 'sueño real'.



Cortesía | Los hábitos de sueño están relacionados con el envejecimiento saludable

Un reciente estudio de investigadores de la Universidad Stanford describe el impacto de las preferencias cronobiológicas en la salud mental y concluye que lo más recomendable es acostarse antes de la una de la noche, ya que las personas que concilian el sueño demasiado tarde tienen más problemas y trastornos mentales que aquellas que se van a dormir más temprano.

En su investigación, Zeitzer Circadian Research Lab sostiene que la salud mental se ve afectada por el cronotipo o ciclo natural que experimenta cada individuo (matutino, vespertino, trasnochador), así como por las horas de ‘sueño real’.

Asimismo, los resultados demuestran de manera muy clara que para un envejecimiento saludable hay que acostarse antes de la una de la noche, al margen de las preferencias cronobiológicas. “Quedarse hasta la noche conlleva riesgos psicológicos”, afirma Zeizter, en referencia a los diferentes tipos de relojes biológicos.

Para llegar a estas conclusiones, los científicos recopilaron y analizaron datos de un biobanco de casi 74.000 adultos y personas mayores del Reino Unido. El objetivo principal del estudio fue, según explican sus autores, examinar el impacto del cronotipo y de las horas de ‘sueño real’ en la salud mental de las personas y, en concreto, estudiar la relación que guardan ambos factores con los desórdenes mentales, del comportamiento y del desarrollo neurológico, la depresión y el trastorno de ansiedad generalizada.

Según el estudio, las personas con hábitos fijos de sueño no padecían tantos problemas de salud mental. Sin embargo, cuando los vespertinos y madrugadores cambiaban sus hábitos de sueño y debían acostarse más tarde, los científicos notaban después tasas más altas de trastornos mentales, incluso de depresión y ansiedad. Los trasnochadores que durante la investigación no tuvieron que cambiar sus hábitos, fueron diagnosticados con trastornos de salud mental más a menudo (entre el 20 y 40 % mostraron una mayor propensión) que otros participantes.

Sin embargo, tras 6 meses de investigación los científicos detectaron una idea que no cabía en la lógica del estudio. Al principio apoyaban la tesis de que a las personas les iría mejor si sus patrones de dormir coincidían con sus preferencias de sueño naturales. Sin embargo, la gente con el cronotipo trasnochador se sentía mejor si llevaba una vida sin horarios fijos lo que, según Zeizter, “no tiene ningún sentido”.

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