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Jes, explicando en un vídeo de TikTok la experiencia que ha tenido con el sistema sanitario español (TikTok / @jestospain1)

Pese a la precariedad y exceso de carga laboral de muchos de sus profesionales, algo en lo que siempre ha destacado España es su servicio público de salud. Al ingente sistema de centros, recursos y trabajadores hay que añadirle el hecho de que el Estado paga en su totalidad la mayor parte de la cobertura médica: atención, pruebas, intervenciones y muchos medicamentos entran dentro del paraguas de la sanidad pública, lo que en muchas ocasiones toma por sorpresa a muchos extranjeros e incluso se convierte en un reclamo en lo que ya se conoce como turismo sanitario.

Sorpresa como la que ha sentido Jes, una mujer que se define a sí misma como “una madre americana en España y que ha subido un vídeo a TikTok en el que ha explicado su experiencia en el médico: “Ayer mi hija llegó del colegio y me dijo: ‘Quiero echarme una siesta’”, ha empezado a explicar. “Si alguno de ustedes tiene un niño de seis, siete años por ahí, ya saben que no llegan a casa de la escuela y dicen ‘quiero tomar una siesta’”. Como dice la mujer, los niños al volver de estudiar “quieren jugar a la tablet, quieren merendar, quieren corretear”.

De este modo, la madre sintió que algo raro estaba ocurriendo y le puso el termómetro a su hija. “Tenía un poco de fiebre, no nada demasiado loco. Normalmente, en Estados Unidos, si un niño tiene fiebre, no se le lleva al médico el primer día”. Sin embargo, su familia española le insistió en que llevara a la pequeña a Urgencias a que la viera un médico. “Estamos en la Seguridad Social, en el sistema sanitario público de aquí, porque mi novio es español y trabaja para una empresa española, así que está cotizando. Yo recibo asistencia sanitaria a través de él porque soy su pareja de hecho”, les ha contado a sus seguidores, “y mi hija, obviamente, recibe asistencia sanitaria a través de él porque es española, porque su padre es español”.

De modo que decidieron ir y se presentaron en un centro de atención sanitaria. “Esperamos una hora, la atendieron, le hicieron un frotis después de que trajeran a todas las enfermeras para sujetarla porque se había quedado dormida en la sala de espera, y una vez que vio ese gran Covid con la prueba de frotis que le iban a hacer, dijeron que de todas formas, la faringitis estreptocócica no nos hubiera costado nada”. En este hecho, Jes encontró una diferencia muy grande con Estados Unidos, “donde mi hija y yo teníamos que pagar una franquicia de 10.000 dólares antes de que el seguro cubriera nada, y esto además de lo que obviamente me descontaban de mi sueldo, que era una cantidad significativa”.

Tras el diagnóstico, madre e hija fueron a una farmacia a comprar los medicamentos recetados. “La amoxicilina y el ibuprofeno que le recetaron nos costaron en total 7 euros”, un precio muy bajo para ella y para la mayoría de la gente que vive fuera de este país. “Estoy muy agradecida de vivir aquí ahora y saber que, si mi hija se pone enferma, no tengo que pensármelo dos veces. No tengo que estresarme pensando cuánto me va a costar. Si se pone enferma, vamos al médico, compramos la medicina. No es como en Estados Unidos, donde pagas de tu cheque, pagas cuando vas y esperas que te cubra la póliza que le haya mandado el médico, dondequiera que acabes yendo”.

Unas quejas que también se han extendido a la compra de las medicinas, que puede que no estén cubiertas y te encuentres con un precio “ridículo”. “Ya me ha pasado alguna vez”, ha lamentado Jes. “No sé si podría volver a Estados Unidos porque el sistema sanitario de allí está roto, está amañado y es un desastre, y no deberías tener que estresarte por tu salud”. El hecho de poder ir a cualquier farmacia también le pareció algo alucinante, pues en Estados Unidos los medicamentos los envían solo a algunos puntos concretos, “y eso sólo se suma al estrés que necesitas para centrarte en que tu hijo está enfermo y quieres que se mejore. Así es como debe ser”, ha sentenciado.


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