Las radios en todo Haití transmitían noticias el miércoles sobre la aprobación por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la creación de una llamada fuerza de supresión de pandillas para ayudar al atribulado país caribeño.
La fuerza reemplazaría a una misión más pequeña respaldada por la ONU y liderada por la policía keniana, que carece de personal y fondos, y cuyo mandato expira el 2 de octubre.
“Espero que esta vez estas personas sean serias”, dijo Darlene Jean-Jacques, quien vive con su hijo de 10 años en un refugio abarrotado y sucio después de que las pandillas asaltaran su vecindario y mataran a su pareja. “Una fuerza que venga a apoyar a los haitianos sería maravillosa para que la gente pueda recuperar su vida”.
El poder de las pandillas aumentó desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Ahora controlan el 90% de Puerto Príncipe, la capital, y han expandido al campo sus actividades, que incluyen saqueos, secuestros, agresiones y violaciones sexuales. Haití no ha tenido un presidente desde el asesinato.
Sin embargo, haitianos y expertos se mantienen cautelosos ante la nueva fuerza internacional, que fue aprobada el martes.
Una brecha en la seguridad
Se sabe poco sobre el cronograma de despliegue de la nueva fuerza, que tendría 5.550 efectivos, un mandato de 12 meses y el poder de arrestar a presuntos miembros de pandillas, algo que la fuerza actual no tiene.
“Hay algunas respuestas y todavía bastante incertidumbres”, dijo Diego Da Rin, analista del International Crisis Group.
El gobierno de Estados Unidos dijo confiar en que habrá suficientes tropas para enviar a Haití entre África y el hemisferio occidental, pero “algunos observadores dudan que esto vaya a ser tan fácil”, dijo Da Rin.
Una Oficina de Apoyo de la ONU garantizaría el dinero para la misión, pero los salarios del personal dependerán de contribuciones voluntarias, y no ha habido negociaciones significativas sobre quién estaría dispuesto a proporcionar esos fondos, dijo.
Otra gran preocupación es cómo la misión actual se transformará en una fuerza de supresión de pandillas.
En las discusiones en curso se calcula que la nueva fuerza podría estar en el terreno y operativa dentro de un año, pero actualmente no hay suficiente dinero para mantener el contrato de servicio que proporciona a la misión actual alimentos, alojamiento y otros servicios más allá de este año, dijo Da Rin.
Esa brecha en la seguridad, señaló, podría ser problemática.
“La comunidad internacional falló”
Como muchos otros haitianos, Mario Jean-Baptiste ha vivido en un refugio abarrotado con sus tres hijos pequeños desde que las pandillas destruyeron su vecindario de Solino el año pasado.
“Es bueno que venga una nueva fuerza, pero espero que no sean como los payasos que están aquí”, dijo, refiriéndose a la misión actual en Haití. “Necesitamos personas que realmente vayan tras estos tipos para que algún día podamos volver a casa”.
La misión actual comenzó hace más de un año, pero todavía tiene menos de 1,000 efectivos, muy por debajo de los 2,500 previstos, y unos 112 millones de dólares en su fondo fiduciario, aproximadamente el 14% de los 800 millones de dólares que necesitaba anualmente.
“La comunidad internacional le fallo a Haití con (la misión)”, dijo Da Rin. “No tuvo la oportunidad de demostrar si podía ser efectiva o no”.